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Para dar los primeros pasos y comenzar la inmersión en esta sabiduría milenaria es necesario una pequeña renuncia, una entrega personal, que exige la valentía de soltar el control racional y lógico que constantemente llevamos con nuestra mente.
Es una invitación a estar en el presente y dejar la preocupación por el futuro y el pasado, a estar aquí y ahora conectando en el fluir de tu tiempo. El auto observarse y ver lo que hemos soltado es además terapéutico y sanador.
El Tantra es un camino que lleva a la conexión máxima con el “todo” o la “totalidad”, con lo sagrado o divino, con la fuente de la vida misma que reside en cada persona y al mismo tiempo en el cosmos, es una experiencia de supraconsciencia que no se rige por el control de la mente racional.
Es una conexión que va más allá de lo que podemos encerrar con conceptos y delimitar con la teoría, por eso es un camino de experiencia y que se vive en carne propia.
El Tantra incluye al cuerpo dentro de lo sagrado de esta experiencia, porque es el vehículo que nos permite experimentar este mundo a través de los sentidos, las emociones, los pensamientos y es donde se manifiesta la energía y la vida en múltiples formas, donde una de las vías (no la única) es a través de la energía sexual, más el Tantra no es una forma de tener sexo, sino que la sexualidad está presente en el Tantra como las demás experiencias del cuerpo.
Entonces, para iniciar el camino del Tantra, en primer lugar hay que permitirse sentir.